viernes, 4 de enero de 2013
¿Por qué me gustan los sonidos minimalistas?
Por que pertenecen a una vertiente que aborda el ruido como columna vertebral y punto de partida, ruidos convencionales y otros más emitidos por los primeros artefactos electrónicos aplicados por vez primera al servicio de la música. Quizá el Theremin y el Electrochord son los más representativos de aquella naciente época. Cerremos el círculo, la música electroacústica, aleatoria y la composición seriada, dodecafonismo, espectralismo, todo es dinámica experimental y se compone y desarrolla a través de recursos minimales. Citar como orígenes a Terry Riley, Stockhausen, Boulez, Xenaxis, uno de mis favoritos, enfermo del algoritmo, quien usara una gigantesca computadora de la IBM para crear su incomprendido "Free Stochastic Music". El rumano es sin duda el puente más sólido entre la llamada música culta, y el experimentalismo progresivo de la academia teutona.
Esto evoluciona y abre sus multiples brazos, se suman a las filas (otro consentido mío) Steve Reich, Philip Glass y Conlon Nancarrow y probablemente el más popular y escuchado de todos, John Adams, nacido estadounidense, amante del rock, enemigo acérrimo de la opera (y sin querer ha escrito algunas seminales) y rebelde con corbata, que aburrido y abrumado por el tedio de un entorno seco decide encontrar inspiración y camino en el continente viejo; su obra en la actualidad es una de las más reconocidas por la apertura inmensa que hace del serialismo y minimalismo una opción elocuente, afín a cualquier melómano y de cualquiera edad. La obra que se elija de él dicen los expertos, es garantía absoluta. No lo dudo, sin embargo de esta pléyade es el elegido de algunas plumas críticas que hacen de una música de culto, asuntos de mainstream y mercantilismo del que casi nadie se salva.
Los genios se dan en solitario, sin embargo las replicas requieren de ensambles y orquestas numerosas, buen punto cuando el riesgo de aislarse conlleva historias como la de Jacques Coursil, trompetista que hace no mucho vino a tema con colegas del facebook, músico fascinante. Desde sus primeros pasos pareciera estar en un planeta equivocado, tan lo estuvo que las partituras de su Black Suite (1969), nunca fueron entendidas y peor, fueron rechazadas; pese a ello graba su obra, convencido del alma que imprimió a esas sonoridades y decepcionado del retraso evidente de colegas, empresarios y como siempre, los medios, su obra se pierde más de 35 años. Ese encierro destapa a un monstruo, que armado de su única aliada, la trompeta, edita en el 2005 un trabajo excepcional e increíblemente envolvente, basado en las posibilidades que da una melodía, creando círculos de encuentro, afinidad y desencanto, overdubs en una dinámica minimalista que pocos individuos pueden jactarse de ostentar hoy día. “Minimal Brass”. Una joya en bruto.
Pido disculpas por la dispersión del tema un tanto en cuanto a fechas, secuencia y portavoces, pero a veces disfruta uno más escribiendo así, respondiendo a lo que la mente y los sentidos traen al momento cuando uno escupe el tema. Dicho esto paso a John Cage y su “Four Walls” (que es el que escucho ahorita). ¿Cómo describir una obra interpretada solo con las teclas blancas de un piano? pues intentándolo la manera más simple; el trabajo que lleva una voz navegando intercaladamente en las notas de 14 capítulos, llega a los oídos como una mano hipnótica que no cede y con la otra se niega a soltarte hasta que el silencio hace aparición.
Esa es definitivamente la mayor valía que encuentro en esta exploración musical, sin códigos ni parámetros cualquiera transcribe en idioma común aunque no lo parezca, lo que a sus intereses conviene y la formula siempre termina envolviendo a muchos, pocos, pero nunca a ninguno.
Volviendo a John Adams, y es que lo traigo mas a flote por el Dvd que me refiné anoche; hace referencia de manera única e inusual a sus incursiones como espectador del rock y músicas más populares, lo que sin duda le dio valor agregado a su propuesta, para muchos vertientes abismalmente ajenas a estos menesteres y que la realidad, creatividad y buen gusto demuestran lo contrario.
No puedo dejar de recomendar el mentado video-documental “Portrait & Concert of American Music”, que incluye además de lo que les platico, los recitales con obras suyas, de Reich y de Nancarrow. Por donde se le vea, un grandioso documento.
Sea pues punto final de momento a un universo de información, legado y alcances que da para muchísimo y que en estas líneas a manera de capricho personal invito a quienes estén interesados en estas aventuras, por que lo son y el saldo para uno puede ser tan fascinante como lo impredecible de sus mismas hechuras.
Échense el clavado y ya platicarán.
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