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“Super-Clásicos”, “Derbys”, como quiera que se les llame, existen en todo el orbe y no dejan de marcar y exaltar a los dos, solo dos equipos más importantes de cada nación. Sin duda, los Manchester Utd vs. Liverpool, Juve vs. Milán, Barsa vs. Madrid, River vs. Boca, y nuestro América vs. Chivas siempre rondan nuestras agendas y la atención que ameritan por ende; sin embargo existe un choque que va más allá del fútbol, uno en donde lo que se canta en la tribuna va cargado de connotaciones religiosas, de posturas políticas y que a cada gol anotado enerva las voces de quienes llevan tatuados los colores de identidad y razón existencial. CELTIC vs. RANGERS ambos de la portentosa Glasgow escocesa.
Una realidad es que en todos los casos citados y los del resto de países, un equipo no podría existir sin el otro, y ese significado que se dan mutuamente es asunto medular en las batallas que se libran dentro y fuera de la cancha, ideológica y sentimentalmente.
Los de verde y blanco, los Celtas, son Católicos, claman por la independencia de Irlanda del Norte y ondean la bandera con los colores de Irlanda del Sur. Los azules ondean la que porta el lábaro británico, el de Ulster, y pugnan por que se mantenga el poder de la Corona sobre los irlandeses del Norte, monárquicos y declarados protestantes.
Hagamos historia, un sacerdote católico escocés arropó a miles de irlandeses que llegaban a su país por la hambruna que arremetía a la isla irlandesa, uno de los caminos para hacerse de recursos fue crear un equipo de fútbol que pudiera recaudar lo necesario; en contraparte, los protestantes imperantes en otro sector hicieron lo propio. La ciudad estaba separada en todos los rubros entre ambos grupos religiosos, (colegios, centros sociales, actividades, inmuebles, etc.) Durante casi un siglo la constante fue la “intolerancia” y como siempre, esta actitud lleva de la mano a la violencia.
Décadas y décadas pasaron y dentro del sector de los Rangers solo se contrataba a elementos protestantes y eso iba desde jugadores hasta personal de aseo. Si algún integrante se casaba con católico, era despedido y no cesaban de intentar truncar su carrera donde quiera que fuera. En la tribuna se cantaba con habladas en son de burla hacia el Papa y a héroes irlandeses que dieron la vida por sus ideales. En las gradas verdes lo propio arremetía con saña hacia la Reina inglesa ya los ERI paramilitares considerados terroristas. Comentan quienes han estado presentes en estas batallas de estadio, que lo difícil de entender las contiendas arriba de la cancha, no es por el acento o la pronunciación, lo es porque todo hace alusión a guerras de antaño y sucesos históricos locales que solo quienes nacen ahí traen por herencia.
A finales de los 90’s sucedió lo impensable, Mo Johnston, católico de nacimiento y además jugador emblemático del Celtic, fichó para el Rangers buscado por su directiva. Jugó y el resultado fueron no solo boletos de toda la temporada, bufandas y cornetas en azul, quemadas fuera del estadio Ibrox, el mensaje tajante era no apoyar, no más asistir al recinto y no ser testigos del equipo contaminado, así hubiese sido éste el mejor jugador del planeta. Los pocos asistentes a los partidos subsecuentes nunca festejaban un gol de Johnston y argumentaban en entrevistas a los medios : “No podemos ver a un católico romano jugando para Rangers”, estos eran integrantes de la ultra Billy Boys, llamados así en tributo a Willem de Oranje, un guerrero que combatió a católicos siglos antes.
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Mo Johnston, después de cada partido viajaba en avión a Londres, ya que ahí dormiría más seguro. Su estancia en el Club fue corta y actualmente vive en Canadá y ha manifestado su interés nulo en regresar a Escocia.
Hoy día las cosas han cambiado, la “intolerancia” se disuelve y si bien siguen existiendo Pubs, del Celtic y Pubs del Rangers, restaurantes para unos y para otros, no pasa de ser ignorados por el resto si siendo rival osas sentarte en una mesa de entorno extraño. Jugadores de ambas creencias religiosas han pasado y juegan en un equipo u otro, y lo inevitable y necesario empresarialmente sucede ahora, el “Old Firm” y que no es otra cosa que unir esfuerzos financieros en pro de mercadotecnias más ricas y sanas y que no están alejadas de ese morbo de lucrar con el odio profesado entre ambos. Derechos de televisión, asuntos fiscales, publicidad contratada, etc., etc.
Los que pagan boleto siguen, gritando, aplaudiendo, insultando y pugnando por los suyos, mientras los de pantalón largo son “hermanos” de business afuera del estadio. Un punto a favor de esta alianza es sin duda la consigna y petición a la Liga Premier inglesa, de subirlos a su Barco, donde sin duda encontrarán rivales y un nivel más adoc a sus alcances. Solo para que dimensionen, de 114 Campeonatos escoceses, 95 están divididos entre los Clubes que aquí tratamos; y ésta no es una gran diferencia a los que sucede en otras latitudes. Simplemente piensen en España y hagan las cuentas.
En este entorno se desenvuelve y hace su lucha nuestro compatriota Efraín Juárez, él viste la playera verde y blanca a rayas, y deseo fervientemente que eche raíces en esta pasional Liga Premier Escocesa SPL y que como afirma el mismo Juárez : “Aquí se respira realmente fútbol, toda la ciudad habla de éste y se encuentra tan involucrada, que me implica un compromiso de darlo todo y ser parte de la tradición”; y que por cierto la de Efraín es hoy la camiseta más vendida de la escuadra.
El fútbol señoras y señores tiene como espíritu el meter más goles que el rival y ganar, pero en esta ciudad británica, los goles llevan consigo complicados y enmarañados significados que convierten los hechos en más que solo el conducir el balón rumbo a las redes.