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El móvil fue un viaje de trabajo, de aquellos que se agradecen por siempre y si bien era de placer, la agenda trazada por las cabezas no permitía ningún desliz, bueno casi ninguno.
Deambulando frustrado tras una fallida intentona por ver a Wayne Horvitz en carne y hueso, culpa de la mentada agenda, sigo caminando y babeando por la belleza del entorno, en eso se me cae una moneda al suelo y al recogerla levanto la mirada y me topo con un cartel mal pegado y desgastado por el clima. “Of Whales an Woe” Tour; ya masticada en la mente una portada sobre un disco recién salido, ello me hace chispa y efectivamente se trataba de LES CLAYPOOL, sí, el monstruoso instrumentista y compositor de distorsionadas realidades. Idolo de juventud y un referente consentido para siempre.
Murphy una vez más dicta sentencia para el caso, una cena de gala a manera de clausura de aquellas que en el protocolo llevan el hastío a niveles insospechados es justo a la hora de la cita del buen Les y su servidor. No hay tos, pienso, y me aplico ese viejo truco de imaginarme en la cima de lo ansiado y sin consecuencias, en frase mundana más vale pedir perdón que permiso. La hora de la cena, introducción eterna, una temrpana explosión del grupo latino que ameniza con covers de un mundo que desea uno ya extinto, y sucede lo inevitable, no hay otra que tirarse al suelo, salir pecho tierra y pese a la corbata, el zapato bostoniano, el bastón, el monóculo , y la incomodidad que esto conlleva, la historia estaba escrita., Bueno, comenzaba a escribirse.
La entrada al supuestamente modesto Bar anunciaba hecatombe y si bien unos dedicados “Rasputina” calentaban la olla, nadie imaginaba lo que a pocos minutos sucedería en ese atascado inmueble. Más de 2000 enajenados entusiastas.
Se enciende luz tenue y en un parpadeo, el monstruoso Claypool sin agua va, con la mano derecha destapaba la tapa de los sesos de todos los que estábamos ahí, en lo que sería una de las noches interpretativas más impresionantes y fascinantes que haya yo experimentado.
Gabby La La, la oriental del colectivo, cargaba tremenda Sítara que hacía sonar cuando el ambiente era apto 8eso se agradece) y su saldo fue creciente. Un Sax tenor se hizo cargo de amedrentar a los oídos más castos (que no había ninguno, esa es la verdad) en una verdadera cátedra de improvisación y buen gusto por lo impuro, incluso un delay solapaba las frecuencias más abrazadoras de aquel novel Skerik . Percusiones a pasto, el primer set encerraba a Mike Dillon diestro absoluto de los Vibes y el Xilo, también hizo uso de la magia que ostentan juguetes como el dumbek, tablas y tanto madero emparchado; cabe mencionar que una atinada vía midi como salida encerraba aquellos hipnóticos sonidos en una burbuja nunca antes vista (y hablo por mí), una bestia éste tipo. Finalmente el set de bataca de otro tremebundo desconocido, me distraía mucho por su brutal independencia, misma que nunca desentonó en el paquete completo que ofrecía Don Claypol en su nueva faceta de emprendedor solista.
Describir los quehaceres del ex-Primus, Sausage, Oysterhead, Frog Brigade y Bernie Brainchero creador, es imposible y más aún montado en un teclado. Una lección de alcance humano fue aquello en primera instancia y dando paso a una prueba fehaciente de que el recurso material es un mero pretexto, lo que se aterriza y transmite de esta forma, solo se trae en la química del cuerpo y se nace con ello. Salió para “Nothin Ventured” con una máscara de simio y un palo de madera con solo tres cuerdas, una jaladora de pozo como amarre y un arco de chelo, para hacer sonar aquello como nunca, ni por asomo alguno imaginamos, incluso en varios temas armado de un Up-Right y su camuflaje de Elvis, dio cuenta de una técnica sobrenatural, de un gusto en la creatividad indescriptible, pero sobre todo de una entrañable comunicación sonora no solo con sus comparsas de tarima, igual con aquellos que le rendimos pleitesía. Hubiera pagado por que vieran las caras de quienes por azares del destino involuntarios ahí estaban y se les develaba aquello como a un pirata de mar la tierra firme.
Una noche de magia Zappezca, de atroces onduras funk , de un encuentro real y palpable con culturas audibles que solo pueden encontrar paraje en libertades jazzeras y post-bopianas, disepensen y acéptenme el término.
Concluyo el compartirles esta experiencia con un “Larga vida al CLAYPOOL y a su incansable necedad de darle forma y sonido a todo lo que le atormenta en sus peores noches de pesadillas”.
Vancouver B.C., Commodore Ballroom, siempre en mi memoria. Yo, el afortunado “Cagón”.
Acartonada y colorida presentación de la Prawn Song Records el disco ““Of Whales an Woe” y un bastardísimo registro en video "Live Summer 2006 - A Fan's Perspective", lo único que sustenta en cierta forma, todo lo descrito allá arriba, pero no me hagan tanto caso, finalmente las versiones de película saben mejor cuando personalmente te sometes y sacas tus propias conclusiones. Prueben a Claypool entonces, ese si es un deber mis amigos.